Publicador de contenidos

Historia edificios DG de Artes Visuales

Foto Casal Solleric 01

CAN MORELL (CASAL SOLLERIC)
Bartomeu Bestard. Cronista de la ciudad.

En el paseo del Born queda uno de los testimonios más sobresalientes de la arquitectura señorial mallorquina: Can Morell, conocido también como Casal Solleric. Los orígenes de esta casa están estrechamente ligados a la figura de Miguel Buenaventura Vallès Orlandis. El linaje de Vallès desde muy antiguo estaba vinculado a las tierras de Almadrà y a las de Sollerich. Precisamente estas dos possessions dieron nombre a los títulos nobiliarios que Carlos III otorgó a Miguel Vallès en 1770: vizconde de Almadrà y marqués de Sollerich.

La buena relación de los Vallès con la Casa Real ya venía de lejos. Marcos Vallès y Berga, padre de Miguel, había comprometido toda su fortuna para ponerla al servicio de Felipe V. Cuando Carlos III otorgó los títulos a Miguel Vallès recordó que ese honor le era concedido por "atención a la calidad y lustre de vuestra Casa y servicios de vuestros Mayores". La llegada de los Borbones al trono de España tuvo como consecuencia un nuevo impulso para el comercio mallorquín... y también para el corsarismo. Precisamente, Miguel B. Vallès Orlandis perteneció a ese grupo de patricios que se enriqueció con el comercio (en su caso con la producción y exportación de aceite) y el corsarismo.

En 1763, Vallès heredó unas casas que habían pertenecido a Antoni Cifre. De este último nos queda como testimonio el callejón que flanquea Can Morell y un bello retrato que en la actualidad preside la sala de consultas del Archivo Municipal de Palma. Miguel Vallès decidió establecer allí su nueva casa, pero en vez de seguir la tradición multisecular de la Isla de arreglar las casas sin derribar las construcciones anteriores, ampliando o haciendo remiendos, el mercader mallorquín decidió derribar todos los muros del solar para levantar una casa de nueva planta, digna representación de su ascendente posición. Encargó dicha empresa al maestro de obras Gaspar Palmer. El hacerse una nueva casa no significó renunciar a la arquitectura tradicional de Palma. Sí se consiguió, en cambio, un volumen homogéneo y claro, alejado del aspecto de collage arquitectónico que presentaban muchas casas de la ciudad, fruto de ampliaciones y modificaciones realizadas a lo largo de los siglos. Quizás dónde más se innovó, influenciado por las modas de la época, fue en la ornamentación de la casa. Por ello mandó llamar al decorador italiano Soldati. Los materiales de construcción fueron seleccionados entre los mejores. Para los muros y escaleras, piedra de Santanyí; las columnas y vanos se hicieron con mármol rosado de Solleric y de Sencelles; los hierros de la escalera fueron traídos de Holanda; las ventanas se hicieron con vidrios emplomados... De Can Morell destacan el patio, uno de los más sobresalientes de la ciudad, y la logia trasera, la que mira al paseo del Born. Esta última fachada, al estar en el céntrico paseo, es la más trabajada y bella. Según la tradición familiar fue el propio Soldati quien se encargó de realizar las pinturas en la fachada y en el techo de la logia. En 1775 se inauguró la casa. En 1790, Miguel Vallès murió sin sucesión. La herencia debía recaer en su sobrino Pedro Morell Vallès, con quien nunca se había llevado bien y a quien no deseaba como heredero. Por este motivo hubo un pleito entre el sobrino y la marquesa viuda, doña Magdalena Gual Barco. El juez dio la razón a Pedro Morell que heredó los bienes. Tras la muerte de la marquesa viuda, el heredero entró en la casa y se la encontró sin un solo mueble. Desde entonces la casa de los marqueses de Sollerich ha sido conocida como Can Morell.

En cuanto al mobiliario, destaca la cama de l'Adrià, ejemplar único en la Isla. Es de los pocos muebles originales que se conservan en el edificio, concretamente en la habitación de la Infanta, pues en ella se hospedaron doña María Teresa de Vallabriga, cuñada de Carlos III, y su hija, la infanta María Teresa de Borbón, esposa de Manuel Godoy. Años más tarde la ocuparía la duquesa de Montpensier, hermana menor de Isabel II.

Cuando en 1963 murió Fausto Morell Gual, le sucedió en sus derechos su hijo Fausto Morell Rovira, momento en el cual la casa dejó de ser habitada por la familia. En 1975, el Ayuntamiento de Palma adquirió Can Morell, convirtiéndola años más tarde en el centro de exposiciones actual.

Para más información clic aquí

Passeig-del-Born_01_600x268.jpg

PASSEIG DEL BORN
Bartomeu Bestard. Cronista de la ciutat.

PASSEIG DEL BORN
Bartomeu Bestard. Cronista de la ciutat.

El Born ha sido durante varios siglos el epicentro de la vida lúdica de nuestra ciudad. Su historia se remonta a una época en que era el cauce de una ensenada que llegaba, por lo menos, hasta el Teatro Principal. Con el paso de los siglos se convirtió en la prolongación del torrente de sa Riera. Esto fue un problema para la ciudad, pues al caer fuertes lluvias el torrente se desbordaba ocasionando grandes inundaciones. Además en verano también había problemas de salubridad. Por ello, en 1613, se empezaron las obras de desvío del torrente fuera del recinto amurallado. Una vez abierto el nuevo cauce exterior, se dispuso a rellenar con tierra la parte del torrente que discurría intramuros, lo que produjo la aparición de una gran explanada en el Born (también en otros tramos como es el caso de la Rambla). Este nuevo espacio, además de mejorar considerablemente la comunicación entre las dos partes de la ciudad, se convirtió en el centro de muchas celebraciones lúdicas, que hay que relacionar con las pomposas fiestas barrocas. Aquí los jóvenes caballeros se exhibían en los torneos y justas (el topónimo "Born" hace referencia al extremo de la lanza utilizada por los caballeros como arma de combate).

A pesar de convertirse en un nuevo espacio público y lúdico, el problema de salubridad no desapareció: en verano la gran explanada era un lugar lleno de polvo y en invierno un gran lodazal. Por tanto las quejas vecinales no cesaron. Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, la consiguiente y trascendente decisión de reconocer como heredera al trono de España a su hija, la princesa Isabel, marcó un importante episodio de la historia de España, y también significó un punto de inflexión en el trazado y acondicionamiento de este céntrico espacio. Tanto el Capitán General, como el Ayuntamiento de Palma se vieron en el deber de dedicar un paseo a la princesa de Asturias. Pensaron en el Born e inmediatamente se abrió una suscripción popular para poder costear las obras. Los palmesanos acogieron con ilusión al proyecto del nuevo paseo al que llamaron el "Salón de la Princesa". Por el extremo más elevado se construyó la famosa Fuente de las Tortugas, dedicada también a la Princesa y a lo largo del paseo se pusieron unos pedestales con hidrias de cerámica. La fuente-monumento consiste en una gran taza circular de cuyo centro se eleva sobre un pedestal un gran obelisco que descansa sobre cuatro tortugas de bronce colocadas bajo sus vértices. Remata el obelisco un murciélago de bronce, símbolo de la antigua cimera de los reyes de Aragón, que con el tiempo vino a formar parte del ornato heráldico municipal. En una de las caras del obelisco se puede leer la siguiente leyenda: "A la jura de la Princesa - Isabel Luisa - el - Ayuntamiento - de Palma- en XXIV julio - de MDCCCXXXIII". También, en este momento, se colocaron en las entradas de los extremos las famosas esfinges, conocidas popularmente como Ses Lleones des Born, sobre grandes pedestales. El proyecto de la época hace constar literalmente que por la calle del centro pasearía la gente de altura, por una lateral los ancianos y por la otra la gente humilde.

En 1861, con motivo de levantar el monumento a Isabel II, se prolongó el paseo hasta la actual plaza de la Reina, proyecto nada fácil de ejecutar debido al gran desnivel en el terreno así como la necesidad de alinear muchas de las fachadas de las viviendas existentes.

En aquella época, el Born, en la parte de las Tortugas, terminaba con un jardincito. En 1956, debido a la creación de la avenida de Jaume III, la fuente de las Tortugas fue desplazada unos metros para alinearse con el paseo del Born y la nueva avenida por lo que, a pesar de la importante remodelación de 1833, el Born no tomaría el aspecto actual hasta el año 1863.

Fecha última modificación: 30 de mayo de 2023